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          Edwin L. Drake: el padre de la industria petrolífera

          Edwin L. Drake: el padre de la industria petrolífera

          Aunque muchos están convencidos de que el petróleo se descubrió hace poco más de siglo y medio, lo cierto es que el “aceite de roca” se conoce desde la remota antigüedad.

          Afloraba de forma natural en algunas regiones terrestres y el ser humano lo utilizaba hace varios miles de años como mortero para ladrillos y piedras, como remedio medicinal, para engrasar pieles y para el calafateo de embarcaciones.

          En el siglo XIX se logró obtener aceites fluidos que empezaran pronto a usarse para el alumbrado. El queroseno se obtuvo por primera vez en 1846, gracias al canadiense A.Gesner.

          De este modo, el petróleo pasó a convertirse en la principal fuente energética para el alumbrado de casas y calles, desbancando de este miserable honor al aceite de ballena.

          La aparición de los motores de combustión interna abrió nuevas perspectivas en la utilización del petróleo, sobre todo en uno de los productos derivados, la gasolina, que hasta entonces se desechaba al no encontrarle ninguna aplicación práctica.

          Pero ¿quién dió el primer paso que convertiría el petróleo de una substancia casi anecdótica para la raza humana en el principal elemento de la civilización actual?

          El artífice de este cambio se llamaba Edwin Laurentine Drake, un antiguo maquinista de ferrocarriles que se autodenominaba “Coronel”, nacido en Green County (Nueva York) el 29 de marzo de 1819.

          En la primavera de 1858, el Coronel Drake comenzó a construir un pozo de perforación en Oil Creek, cerca de Titusville (Pensylvania) sobre lo que había sido un antiguo asentamiento de indios Séneca.

          Lo hacía para una compañía recientemente formada llamada Séneca Oil (derivada de una anterior llamada Pensylvania Rock Oil Company). La empresa había surgido buscando el negocio que suponía emplear el petróleo para producir keroseno como combustible para lámparas.

          Aunque no se puede asegurar con certeza que el pozo de Drake fuera el primero construido con el propósito de extraer petróleo, lo cierto es que fue el primero en el que se utilizó una técnica novedosa en la época que permitió profundizar en la tierra sin verse expuesto a sufrir el colapso del terreno que terminaba taponando cualquier perforación.

          Drake inició su pozo con métodos tradicionales, viendo como del agujero apenas salía petróleo y además se colapsaba en cuanto alcanzaba la capa freática. Para evitar este último problema decidió realizar las perforaciones introduciendo un tubo en la tierra que le permitía taladrar a través de su luz y que impedía el derrumbamiento del pozo.

          Tras meses de arduo trabajo sin éxito aparente, la mañana del 27 de agosto de 1859 un ayudante de Blake, Billy Smith, se asomó a la boca del pozo con la intención de iniciar los preparativos de otro día de faena y pudo observar como por el tubo salía, lentamente, el petróleo. Los primeros litros, extraídos a mano, se fueron acumulando en una bañera y en barriles de whisky.

          La profundidad del pozo de Drake era de unos 21 metros, y su rendimiento, de 25 barriles por día (un barril equivale a casi 159 litros).

          Cuentan que un banco de la capital envió a un joven asesor a redactar un informe sobre la viabilidad del hallazgo, pero no lo consideró rentable. Años más tarde, aquel joven asesor admitió, de buena gana, que su valoración inicial había sido totalmente “desafortunada”. Su nombre era John D. Rockefeller, una de las fortunas más grandes amasadas en Estados Unidos gracias al petróleo (fundó la polémica Standard Oil Company).

          Drake, en cambio, no consiguió hacerse rico con el “oro negro”, mientras otros, a su alrededor, alcanzaron niveles de riqueza escandalosos. Pese a crear una compañía dedicada a la extracción y distribución del petróleo, nunca tuvo buen olfato para los negocios. No patentó su técnica de perforación y perdió todos sus ahorros especulando con auqel líquido negro y viscoso.

          Su situación económica llegó a ser tan delicada que, en 1872, el estado de Pennsylvania le concedió una renta vitalicia de 1.500 dólares anuales para aquel “loco” que había sentado las bases de la industria petrolífera tal y como ahora la conocemos. De ella vivió hasta su muerte, el 9 de noviembre de 1880.

          Información extraída de Wikipedia, cbsd.org Fotos y otros datos de DrakeWell.org