La energía del mañana vendrá del hidrógeno y la luz solar
Que sí, que vale. Que de la noche a la mañana los que se han puesto de moda son los coches eléctricos. Si hasta el ministro de industria se ha acordado de ellos, aunque me temo que le gustan pero no sabe de qué van.
Pero los que os pasáis por aquí de vez en cuando sabéis que yo sigo convencido de que el futuro energético del planeta pertenece al hidrógeno. Y que ese hidrógeno (que servirá, entre otras cosas, para mover los automóviles del mañana) se obtendrá, mayoritariamente, de energía solar.
Cada cierto tiempo aparecen noticias que muestran el avance en este tipo de vehículos. Unas veces parecen darle ventaja al coche puramente eléctrico; en otras, la victoria parece caer del lado de los de hidrógeno (que a decir verdad, son eléctricos pero basados en que el almacenamiento de la energía eléctrica que usarán el/los motores se hace mediante el hidrógeno).
Sin embargo, esta semana aparecen casi de la mano dos avances tecnológicos que, conjuntamente, podrían ser los pilares definitivos para establecer la supremacía del hidrógeno. Y uno de ellos ha salido de la Universidad Complutense de Madrid.
La noticia de origen español se refiere al desarrollo, mediante nanotecnología, de células de combustible que podrían generar electricidad a temperatura ambiente.
Aunque no son las que se emplean en los coches, las células de combustible de óxido sólido requieren temperaturas de trabajo del orden de los 800º centígrados. Los científicos de la Complutense han trabajado con óxidos complejos para obtener “heteroestructuras”que alternan capas nanométricas de distintos materiales.
En este caso, capas de zircona estabilizada con itria como material conductor y capas de titanato de estroncio como aislante. El resultado es una conductividad iónica lo suficientemente elevada como para poder generar electricidad a temperatura ambiente.
El otro avance llega desde el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), cuyos investigadores han desarrollado, con materiales naturales, abundantes y no tóxicos, un método sencillo, económico y eficiente de almacenar energía solar en forma de hidrógeno y oxígeno.
Para ello emplean un electrolizador que, alimentado por energía fotovoltaica, eólica o similar escinde el agua en oxígeno e hidrógeno imitando la reacción de la fotosíntesis de las plantas.
El sistema puede funcionar a temperatura ambiente, es fácil de instalar y sólo necesita que el agua tenga un pH neutro.
El director del proyecto, Daniel Nocera, no puede disimular su entusiasmo: “Es el Nirvana del que hemos estado hablando todos estos años”. “La luz solar tiene mayor potencial que cualquier otra fuente de energía para solucionar los problemas energéticos del mundo”. “En una hora, llega a la Tierra suficiente luz solar como para cubrir la demanda mundial de energía durante un año”.
James Barber, un especialista en fotosíntesis que no ha participado en el proyecto, tampoco disimula su satisfacción: lo considera un salto gigantesco hacia la producción a gran escala de energía limpia.“Es un descubrimiento importante con enormes implicaciones en la prosperidad futura de la humanidad”.
Nocera confía en que, dentro de 10 años, cualquiera podrá alimentar su casa con células fotovoltaicas durante el día y producir hidrógeno y oxígeno para abastecer sus propias células de combustible domésticas (incluyendo, creo yo, las del coche familiar). La electricidad a través del enchufe producida en grandes centrales podría pasar a la historia.
¿Exceso de entusiasmo? Yo más bien creo que pecan de exceso de confianza. De un sólo puñetazo podrían tumbar, a la vez, a la industria petrolífera y a las compañías eléctricas. Y lo dicen así, a cara descubierta. De momento, lo primero que tienen que hacer es buscarse unos buenos guardaespaldas.