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          La verdad sobre el precio de la gasolina

          El precio de cada litro de gasolina y de gasóleo es una larga cadena donde hay muchas variables que amortiguan o aceleran el precio del barril, a veces de forma aparentemente incongruente.
          Así se compone el precio de los carburantes en España
          Practicamente la mitad del precio de las gasolinas en España son impuestos. Aún así, España es de los países europeos que menos las grava.
          Con el barril de petróleo disparado a más de 110 dólares, ¿se avecinan más subidas de las gasolinas? 
          Lo más seguro es que sí. Pero no siempre se cumple esa ecuación. El precio de cada litro de gasolina y de gasóleo es una larga cadena donde hay muchas variables que amortiguan o aceleran el precio del barril, a veces de forma aparentemente incongruente.


          Empecemos por el coste del crudo: España compra petróleo en varios países y lo paga en dólares. Si el barril de petróleo subiera un 10%, y al mismo tiempo el euro subiera un 10% respecto al dólar, desde el punto de vista de nuestras cuentas no notaríamos nada.


          Una vez que España compra el crudo, las empresas petroleras se dedican a refinarlo. Hay que recordar que de un barril de petróleo no solo se extraen combustibles, sino asfaltos, productos bituminosos y hasta plásticos.


          ¿Y qué precio se pone a los carburantes que salen de las refinerías? Esta es la parte más importante del ciclo porque las operadoras acuden al llamado “mercado mayorista”, un mercado internacional de carburantes que en el caso de Europa está situado en Génova y Rotterdam.  


          Como explica la Asociación Española de Operadores Petrolíferos (AOP), este mercado mayorista de carburantes (como el Wall Street de los carburantes) emite cada día información sobre los precios medios de los productos refinados: gasolinas y gasóleos de toda clase.


          Por eso, a veces suceden cosas raras como que el barril de petróleo haya bajado de precio, pero las gasolinas en el mercado mayorista (el importante) hayan subido. ¿Por qué? Pues por una repentina ola de frío que obliga a una demanda inmediata de carburante. 


          Una vez establecido el precio del carburante, a continuación se añaden los costes de transporte, el mantenimiento de instalaciones, las amortizaciones y por supuesto, el margen comercial de cada empresa. 


          Todo ello compone el PAI, precio antes de impuestos, lo cual supone más o menos la mitad del coste del litro de gasolina. 


          Y ahora vienen los impuestos. Unos son los Impuestos Especiales que equivalen a unos 40 céntimos por litro. Eso quiere decir que si los árabes nos regalaran el petróleo, aún nos costaría unos 40 céntimos por litro. ¿Cómo es posible? Sencillamente porque el estado español cobra el llamado “impuesto especial”. 


          A este impuesto se añade, un impuesto autonómico que es el famoso céntimo sanitario (que no aplican todas las CCAA). 
          Ahí no acaba la cosa pues a todo ese bulto se suma el IVA, que supone pagar un 18% a la cifra final. 


          Si se suman los impuestos, equivaldrían en algunos momentos casi al 50% del precio del litro de gasolina. Por eso, cuando baja el crudo, siempre quedan los impuestos, razón por la cual muchos consumidores no entienden que cuando el barril baja un 70%, la gasolina no lo haga en la misma proporción.
          Y por último está el mercado final. Después de todas estas variables, llega el precio libre. Una estación de servicio puede regalar la gasolina (como hizo en días pasados una gasolinera de Galicia), o puede competir con otras gasolineras vendiéndola un poco más barata que sus competidoras. Lo que está penalizado es pactar precios.


          Dato curioso: España ha sido tradicionalmente el país de la UE con los precios de la gasolina más bajos, e incluso, con la menor proporción de impuestos. 



          La verdad sobre el precio de la gasolina

          | Carlos Salas