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          Nuclear, sí. Por favor

          Nuclear, sí. Por favor - cotizalia.com

          Nuclear, sí. Por favor

          @S. McCoy - 27/03/2008 06:00h



          Mal que le pese a los de siempre, defender la energía nuclear es progresista. Es más, es la solución más progresista que puede dar España al grave problema energético que le asola y que se encargó de recordarnos el propio Felipe González, una vez más, el martes en otra carta abierta en El País. Siempre he asociado el progreso a dos características inseparables: avance y mejora. Pues bien, eso es lo que proporciona la energía nuclear al patio ibérico. Más generación eléctrica, de modo más eficiente. Y mayor independencia energética en un mundo en el que el aumento de la demanda y la escasez de oferta están, especulación financiera aparte, llevando en volandas al alza los precios de equilibrio de las materias primas mientras que las necesidades energéticas del mundo desarrollado se incrementan día tras día.

          Es verdad, la energía nuclear plantea unos inconvenientes evidentes, como son los de la seguridad y los desechos, campos de actuación, ambos, en los que se han producido sustanciales mejoras en los últimos años. Springfield y los Simpsons son parte de los dibujos animados, no lo olvidemos. Sin ir más lejos, no en vano fueron numerosas las localidades que, a cambio de subvenciones, estaban dispuestas a aceptar el Almacén Técnico Centralizado de residuos radioactivos. Y no hay que olvidar que el riesgo nuclear, es una evidencia, no entiende de límites regionales y algunas de las centrales nucleares francesas, el 80% de su producción eléctrica, se encuentran cerca de la frontera española. Por el contrario, las ventajas derivadas de este modo de generación eléctrica son muy superiores a las objeciones que se pudieran plantear. Estabilidad en la producción frente a otras energías no contaminantes, como la hidráulica o la eólica, y abaratamiento de la factura eléctrica, por ir a lo específico. Menor coste de las importaciones y mejora de la balanza de pagos por centrarnos en lo genérico.

          El mundo tiende a ser nuclear. Es un camino sin retorno. Y más cuando la prensa se llena de noticias como la de portada del Wall Street Journal de hace un par de días, una pieza de extraordinaria importancia que ha pasado desapercibida: la enorme bolsa de gas que se suponía existía en los desiertos del sur de Arabia Saudita, de momento, no están dando pruebas de existir. Una piedra en el camino más para una de las alternativas más en boga antes de la locura renovable: las centrales de ciclo combinado que, precisamente, utilizan el gas como materia prima. No es de extrañar, por tanto, que la Lex Column de Financial Times de ayer hablara sin tapujos de la Primavera Nuclear que se avecina, una primavera que España contemplará desde la absurda posición de un gobierno que no sólo no quiere aumentar el parque actual sino que pretende no renovar las autorizaciones de las ocho centrales actualmente en funcionamiento y que vencen en los próximos años. ¿Qué sustituirá ese 20% del consumo y de la producción nacionales que aportan las centrales nucleares a día de hoy? Sólo él lo sabe. O a lo mejor él y el déficit de tarifa que acentúan otras fuentes alternativas.

          Nada más y nada menos que cuarenta naciones, cuarenta, tienen planes de desarrollo de nuevas centrales a día de hoy. De perfiles ideológicos tan distintos como Estados Unidos, Rusia, India, China o Japón. Francia y Reino Unido han firmado un acuerdo histórico para la modernización de las centrales inglesas, plan que incluye la privatización de una parte adicional de British Energy por la que han surgido numerosos novios. Se espera que el parque de centrales crezca, a nivel mundial, un 25% de aquí a 2020 y casi el 75% en 2030. El proceso completo de la construcción de una central se demora un plazo medio de unos diez años entre localización, licencias y construcción. Y mientras nos miramos el ombligo de la falsa progresía, -que no, que no es verdad, que eso no es progreso sino falta de miras-, la demanda energética crece por días y amenaza con llevar el precio de la luz, subvenciones públicas aparte, a la estratosfera. Definitivamente, nuclear sí, pero como súplica, no como agradecimiento.