Con todavía reciente la noticia de la vuelta de nuestro antiguo límite de velocidad de 120 Km/h, nos planteamos hacer un pequeño repaso a lo que han sido estos casi 4 meses circulando a un máximo de 110 Km/h. Por un lado tenemos los datos oficiales del gobierno, y es que gracias a esta medida nos hemos ahorrado 450 millones de Euros en importar carburante, cosa que aliviará nuestro pavoroso déficit en la balanza comercial.
También la DGT, defensora a ultranza de la idea de “cuanto más despacio más vidas salvamos y más dinero recaudamos”, hacía una predicción sobre el efecto positivo que tendría esta medida, obviando como siempre los factores que menos le interesan y resaltando sólo lo que a ellos les interesa. Pero desde el punto de vista del conductor habitual tenemos que plantearnos algunas cosas que se supone hemos debido aprender con esta experiencia.
La primera sin duda la habremos notado todos. El miedo a la DGT y a sus multas ha hecho que la mayoría de la gente (aunque digan que no) haya reducido la velocidad media por la que circula en carretera. Seguro que todos hemos bajado la media del consumo de nuestro coche, yo por ejemplo he conseguido el máximo de autonomía durante este periodo.
Esa reducción general de la velocidad no significa que hayamos dejado de pisarle de vez en cuando al acelerador, pero si se nota una conducción más lenta por las carreteras. Eso si, seguimos viendo a la gente circular por el carril izquierdo como si no molestaran, o no usar los intermitentes porque debe ser que cuesta dinero ponerlos.
Lo que por suerte hemos tenido ha sido una reducción de las víctimas mortales por accidente de tráfico, que aunque me alegro por ello no debemos dejar de preguntarnos cuales han sido los factores que han tenido que ver en esta reducción. La respuesta de mucha gente ya la sabéis, la reducción del límite de velocidad, pero yo no estoy tan seguro de eso.
En España el porcentaje de red viaria afectada por la reducción de velocidad es de aproximadamente un 10% del total, mientras que las redes viales más peligrosas, las carreteras secundarias, no han visto reducido su límite de velocidad, por lo que suponen el mismo peligro con o sin esta ley. Además, entre el precio del carburante, la crisis y que hay que ahorrar para las vacaciones, mucha gente ha usado menos el coche, algo que todos notaréis cuando vais al trabajo, o los que hayáis cogido el coche en semana santa.
Por lo tanto, aunque tenemos menos muertos en carretera y lo celebremos, no debemos dejar de pensar en que puede ser un arma de doble filo para el futuro. El año que viene si el precio del combustible baja usaremos más el coche. El número de víctimas probablemente aumente, y se echará la culpa al exceso de velocidad (o a la velocidad en sí misma, como hacen algunos medios de comunicación). Se volverán a centrar en la velocidad en vez de solventar otros problemas de base que generan estos accidentes, como el enseñar a circular en las autoescuelas más que a conducir.
Otro punto importante son las multas de tráfico. Con el límite reducido pensamos que las multas subirían, pero paradójicamente no ha sido así. La principal razón parece ser que la DGT ha apagado unos cuantos radares, y ahora que los han vuelto a poner en marcha el número de multas a subido un 8%. Siempre decimos que la DGT nos quiere sacar el dinero, y aunque su forma de ver las cosas no la comparto del todo, lo que sí es cierto es que hasta que no nos tocan el bolsillo no aprendemos (desgraciadamente).
De todas formas creo que hay otras soluciones que pueden beneficiar al consumo de combustible en España, como puede ser tener un horario de entrada al trabajo flexible, o incluso ofrecer teletrabajo algunos días, algo que es técnicamente posible para muchas empresas y muchos puestos de trabajo. Y con el horario flexible se podrían reducir los atascos en las carreteras, algo que te hace gastar más combustible, tiempo y paciencia. Por supuesto no son la panacea, pero creo que podrían aportar a reducir el consumo e ir más tranquilos a trabajar por las mañanas.
Con estos casi 4 meses deberíamos haber aprendido a que si no tienes prisa en llegar a un lugar, deberías circular más despacio, no porque sea más seguro, sino porque se viaja más relajado y se ahorra combustible. A su vez quiero tener la opción de poder ir más rápido si así lo deseo, y es el punto negativo que ha tenido esta ley, restringir.
Quizá la forma no ha sido la más adecuada, pero el resultado está ahí. 450 millones de Euros que podremos utilizar para otras cosas como sociedad en conjunto, y ese tiene que ser todo el punto positivo que tenemos que ver a esta ley. El resto de supuestos beneficios que nos quieran vender será información que habrá que contrastar antes de creerse o verla de forma tan positiva. Al fin y al cabo, esta ley era sólo para ahorrar, ¿no?